Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



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viernes, 27 de mayo de 2016

Las huelgas y protestas que bloquean Francia


Del lado de los trabajadores franceses
Las huelgas y protestas que bloquean Francia



Bloqueadas ocho refinerías petroleras francesas. Bloqueados los puertos de Le Havre, Saint Nazaire, Marsella. Huelga de ferrocarriles de forma indefinida desde el 31 de mayo, y el transporte público en París, desde el 2 de junio. Huelga de tráfico aereo desde el 3 al 5 de junio.

El conflicto social en Francia contra la ley El Khomri -reforma laboral- se radicaliza. Se pasó de un día nacional de movilización escalonada en el tiempo a una posible dinámica de la huelga general.

Con el aumento del nivel de confrontación aumentan las expectativas.


Hollande y Valls parecen haber quemado sus puentes detrás de él, bajo la presión implacable de la burguesía francesa. El Medef (francés Confindustria) ya denunció el "fracaso" del gobierno sobre los sindicatos a los cambios realizados en el texto original de la ley, que ha amenazado con romper con el gobierno en el caso de nuevas concesiones. Las Cámaras de Comercio y la Federación de empresas de construcción han pedido al gobierno tomar medidas enérgicas para restablecer el orden. El grupo Total ha amenazado con retirar sus planes de inversión en Francia en caso de una extensión de los bloques y las huelgas. La derecha gaullista denuncia el fracaso del gobierno para restaurar "las autoridades" y pidió la intervención de la policía.

Hollande y Valls respondieron a la presión con firmeza. En primer lugar, recurrieron a la infame artículo 49 de la Constitución, que le permite eludir la votación parlamentaria por decreto. Después enviaron a la policía para desalojar a la huelga en la refinería de Fos-sur-Mer, para desmotivar la continuidad de la lucha. La consigna es: la ley del trabajo no será retirada. La esperanza es que la firmeza de la decisión del gobierno conduzca al reflujo del movimiento, como fue el caso en 2010, bajo Sarkozy, en el choque de las pensiones.

En el lado opuesto, la dirección de la CGT se juega en la batalla su prestigio y su peso político, se ve amenazada por la intransigencia de Valls, tanto de la competencia de la CFDT. El nuevo secretario de la CGT, Martínez, ciertamente no es un revolucionario. Pero intenta defender el poder de negociación de la burocracia que dirige. Además de su autorida en las relaciones dentro de la CGT, que son inestables y turbulentas. De ahí el cambio de engranajes de la movilización y la aceleración. La consigna de la generalización de las huelgas es en este marco. Con magníficas relaciones con el movimiento juvenil Nuit Debout (noche en pie) en las plazas. La esperanza de la burocracia de la CGT es que la amenaza de ingobernabilidad del conflicto puede llevar al gobierno a retirarse, sin ser forzado a anunciar una huelga general real. Diciendo al gobierno que su prueba de fuerza "es peligrosa", son las señales que la burocracia envía en una forma retorcida a la burguesía francesa para indicarles que quieren evitar una dinámica incontrolable, pero para ello necesita un paso atrás el gobierno.

Pero la situación se basa en la cresta de un equilibrio inestable, que puede conducir a una dinámica abierta con la huelga de las refinerías, el transporte y se extienda a las fábricas en dirección de una huelga general que paralice todo el país, sustentada sobre las fuerzas de las masas de casi veinte millones de asalariados, polarizada y firme alrededor a sí mismo y sobre el movimiento estudiantil y juvenil; o el movimiento de huelga está destinado a caer de nuevo bajo el efecto combinado de la represión y del desaliento.

La consigna de la huelga general hasta la retirada de la ley, combinada con la ocupación de las fábricas y su defensa organizada contra la gendarmería, es la palabra clave de la orden momento. La contraseña para sacudir en cada lugar de trabajo, en cada sindicato, en cada plaza. Es la única manera de doblar el gobierno. Pero también es el camino que abriría en Francia una crisis revolucionaria de enorme impacto en Europa y en todo el mundo. Es la razón por la burocracia sindical no quiere dar ese paso. Es la razón por la que los revolucionarios están llamados a reclamarlo.

Los marxistas revolucionarios franceses están ahora en todas partes en el lugar del combate. Se merecen nuestro apoyo y nuestro abrazo. "Haz lo que en Francia" 'ahora es la palabra de comando de PCL en Italia

Partito Comunista dei Lavoratori Italia

jueves, 26 de mayo de 2016

Venezuela: golpes, autogolpes y el temor a la rebelión popular


Venezuela: golpes, autogolpes y el temor a la rebelión popular

La declaración por parte de Maduro del “estado de excepción” el pasado 13 de mayo implicó un nuevo salto en la característica golpista que adquirió el régimen chavista. Mediante esta medida se amplía la capacidad del Ejecutivo para cercenar libertades democráticas, reprimir manifestaciones y emitir deuda. Este “pasaje del bonapartismo plebiscitario al bonapartismo de facto” (http://opcion-obrera.blogspot.com/2016/05/venezuela-de-regimen-plebiscitario.html) se desarrolla como experiencia declinante –lo contrario a una afirmación de poder. La camarilla “madurista” se aferra a la conducción del Estado en medio de un impasse extraordinario, pues carece de un programa para afrontar el deterioro monumental de la vida social venezolana. El nacionalismo rentista se derrumba confesando que no tenía alternativa prevista para la declinación de los precios de las materias primas –una negación de cualquier tipo de desarrollo genuinamente autónomo.

En este marco de sistemática degradación, la declarada negativa de Maduro y compañía respecto a la realización del referendo revocatorio, para el cual la oposición asegura haber reunido diez veces más que las firmas necesarias, atiza el fuego del golpismo y el autogolpismo.

“Evitar un caracazo”

A la derecha proimperialista, naturalmente, le importa un bledo “la democracia”; quiere sacarse de encima a Maduro a como dé lugar, pero teme más que a la peste un desenlace que se vaya de control. Idéntico recelo tienen los propios Estados Unidos y el Vaticano, que intentan contener estas contradicciones, comprometidos como están en un delicado reordenamiento general de América, desde Cuba y Colombia hasta los buitres que sobrevuelan Buenos Aires. Las “preocupaciones” sobre una salida militar a la crisis que dejan trascender funcionarios norteamericanos buscan reforzar la extorsión a Maduro para que abandone el poder y dé paso a una “transición ordenada”; sentido similar tuvo la carta del Papa, y la visita de Rodríguez Zapatero –un lobbista de la banca española. El propio Macri viró, y se suma al “equipo” de la “transición ordenada”, tras instar a Malcorra a moderar sus dichos respecto a la “Carta Democrática” de la OEA, y postular, él mismo, “la necesidad del diálogo” (La Nación, 21/5). Existe la preocupación que el desmadre derive en una situación revolucionaria. Quien más claro expresa la cuestión es Capriles: “hay que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que no haya una reedición del Caracazo de 1989. Lo que puede darse en Venezuela son muchos estallidos que generen una situación que se nos escape de las manos” (El País, 20/5).

El arbitraje de las Fuerzas Armadas

En Venezuela, las Fuerzas Armadas aparecen como un actor ineludible de la crisis, lo cual ilustra otro límite insalvable de la experiencia nacionalista.

La división en sus filas es señalada por oficialistas y opositores; Heinz Dieterich, un destacado chavista que aboga por una “retirada táctica”, señaló hace varias semanas que “la fracción del general madurista Padrino López reafirma la política de ‘ni un paso atrás’ de Stalingrado, [mientras] el grupo del general chavista Rodríguez Torres aboga por la política de la retirada táctica: una solución política negociada con las fuerzas del 6-D” (se refiere al bloque que derrotó a Maduro en las últimas elecciones). Cualquiera sea la variante que se abra paso, lo que está claro es que no hay “poder popular” si el destino de semejante crisis reposa en las manos de una camarilla corrompida o de fracciones de un ejército estatal organizado de arriba para abajo.

Por una intervención independiente de la clase obrera

No nos privamos de insistir: rechazamos que el hundimiento de las experiencias nacionalistas configuren una derrota de las masas –eso dependerá de la lucha de clases, y de la calidad de la intervención de la izquierda revolucionaria para emerger como alternativa política frente a la crisis. La clase obrera debe emerger como factor independiente en la escena política venezolana. La situación excepcional que el país atraviesa pone al rojo vivo la necesidad de la convocatoria de un congreso de trabajadores para discutir una salida obrera a la crisis y reclamar una asamblea constituyente libre y soberana, que sea convocada por un gobierno de trabajadores.

Alejandro Lipco

miércoles, 25 de mayo de 2016

Trump, la fractura americana


Trump, la fractura americana

Hace un par de días, Donald Trump, el candidato virtual del partido Republicano, a la presidencia de Estados Unidos, volvió a mover los titulares, pero esta vez ‘a la Rodriguez Saa’ : dijo que tenía la intención de reestructurar la deuda pública del país. Añadió que aprovecharía una caida en la cotización de la deuda en los mercados, para efectuar una re-compra parcial. Como antecedente de una maniobra semejante citó sus propios negocios - que ha consistido en forzar a sus acreedores a aceptar descuentos o quitas. Colocó, así, como a la distraida, una bomba de tiempo en los mercados financieros, aunque sin poner en marcha el mecanismo del reloj. ¿Trump es, como dicen sus adversarios, un “political troll”?

Defol

La deuda del gobierno de EEUU está arriba de los u$s 14billones y la del conjunto de la Unión de u$s20 billones; representa casi un 90% y más de un 120%, respectivamente, de un PBI calculado en u$s16billones. Este nivel hipotecamiento no ha servido para mover a la economía y nunca fue concebido para emprender un rescate de la infraestructura pública en ruinas. Para atacar estas ‘materias pendientes’ Trump pretende recortar impuestos e impulsar un plan de obras públicas que redundarían en un déficit fiscal de u$s10 billones en la próximas década. El acreedor principal del estado es, como ocurre en Argentina, el Banco Central, pero le siguen China, Japón y Arabia Saudita, y una enorme tropa de fondos financieros. La sola victoria electoral de Trump desataría una ola de ventas de la deuda norteamericana y una caida fuerte de su cotización - además de la devaluación del dólar y el encarecimiento financiero. Convertiría a la crisis fiscal en financiera. Sería en ese escenario que Trump haría efectiva su maniobra de recompra de la deuda a precios de saldo, sin esperar, como ocurrió en Argentina, la invasión de los ‘fondos buitres’. Trump tendría la ventaja adicional, por supuesto, de que re-compraría la deuda mediante la emisión de la propia moneda.

Esta breve descripción pone en evidencia que en EEUU se ha impuesto una candidatura electoral alternativa de carácter proteccionista y nacionalista. Trump ha ganado, sin embargo, las primarias del partido que representa, por el contrario, el ala extrema del liberalismo económico y de la ‘globalización’. Plantea poner fin a la tercerización a otros países de la producción norteamericana, a la que incluso pretende ‘castigar’ con barreras arancelarias. Citó el caso de la fábrica Carrier, que anunció el traslado de la mayor parte de sus plantas a México. Como sacado de un libreto K-K, el hombre es un ‘mercado-internista’. Aseguró que reitraría a EEUU del Nafta (el acuerdo comercial con Mexico y Canadá). Con esta estrategia política, Trump asegura que EEUU pasaría de un crecimiento menor al 2% anual a otro del 6%, y que por esta vía solucionaría la recesión industrial, la baja calidad del empleo, los problemas fiscales y el peso elevado de la deuda pública. Ha anunciado que penalizaría las importaciones de China, lo cual explica su posición ‘defolteadora’ con la deuda pública que tiene a China entre los principales acreedores. Con estos supuestos económicos, Trump ha insinuado, en forma repetida, que revisaría las alianzas internacionales de EEUU, y que incluso entraría en una pseudo alianza con Rusia frente a la Unión Europea. Ha amenazado a esta última con un desmantelamiento de la OTAN, si no contribuye en mucha mayor medida a los gastos de esa alianza militar. No está pensando en dejar a Europa a la deriva sino a convertirla en un protectorado; lo prueba la penetración norteamericana en Europa del este, el Báltico y Ucrania. Ha amenazado a Japón con discontinuar la alianza militar si no abre en mayor medida su economía.

Los planteos de Trump dejan al desnudo, antes que nada, el impasse del capitalismo norteamericano y del conjunto de la economía mundial. Trump se atreve a atacar el tejido económico internacional por la simple razón de que ese tejido se encuentra en proceso de fragmentación. La economía mundial es demasiado chica para absorber la enorme sobreproducción de China, que está llevando al cierre de la siderurgia en Gran Bretaña, Francia y España. Lo mismo ocurre con la posibilidad de que la economía y los Tesoros nacionales puedan seguir valorizando un capital financiero internacional (ficticio) que supera holgadamente los mil billones de dólares.

Trump surge en la línea del antiguo Tea Party, pero no se queda en los límites de una ‘filosofía’ neo-liberal unida a la violencia. La OTAN se ha convertido en un simple paraguas norteamericano. El mundo asiste a una gigantesca intervención norteamericana enteramente unilateral, que tampoco se limita a las invasiones u ocupaciones militares tradicionales, puesto que se vale de la cibernética, el manejo de ejércitos extranjeros, un sistema de asesinatos por medio de drones y una parnefalia de medios de intervención, como el golpe en Brasil, que fue preparado luego de un largo periodo de espionaje de la administración y empresas brasileñas. La confrontación con China tampoco es un invento de Trump: las sanciones contra las importaciones chinas están en vigencia en Estados Unidos; se ha firmado un tratado con las naciones del Pacífico (en especial Japón) para presionar a China a abrir sus puertas financieras y comerciales; hay escaramuzas militares en el mar de China. La llamada ‘comunidad internacional’ resiste ahora el otorgamiento a China del status de economía de mercado, para que no se acoja a los beneficios comerciales de la Organización Mundial de Comercio.

Las contradicciones de los planteos de Trump son, sin embargo, flagrantes y no se limitan a la fantasía de pretender que el capital se repliegue sobre sus fronteras nacionales. Los capitales norteamericanos e internacionales del gas y petróleo no van a poner en peligro la posibilidad de exportar el ‘shale gas’ a Europa y Asia, ni el gas natural a México. Apple no va a dejar de subcontratar con Foxcom en China el armado de sus ‘phones’. Antes que ir a una guerra por el comercio del acero, el capital internacional preferirá redimensionar el comercio internacional (como ya lo hizo con calzados y textiles) y dejar la siderurgia a China (una industria madura) y escalar la tecnología de última generación. Incluso la industria automotriz tradicional podría convertirse en chatarra con la emergencia del auto a batería y la conducción automatizada. El matrimonio de Ford con Apple está consumado. La agenda proteccionista de Trump es limitada: en el caso de los bancos es claramente ‘internacionalista’: rechaza la regulación (Frank-Dodds) que exige un reforzamiento de sus capitales con relación a sus negocios (porque son “muy grandes para quebrar”), para librarlos de cualquier cadena en la disputa del mercado financiero internacional - ¡como ya viene ocurriendo!

El antagonismo entre la economía mundial, por un lado, y los estados nacionales, por el otro, vuelve a cobrar una agudeza colosal; es lo que refleja la metrópoli propia del imperialismo. En numerosos países, la política burguesa tradicional es sustituida por los Trumps, con éxito variado. Citemos a casi todos los países de Europa, donde el ‘trumpismo’ proclama un más fantasioso retorno a las fronteras nacionales. El europeísmo ha perdido varios referendos y esto ocurre al interior de los estados como Gran Bretaña y España. Asistimos a la desintegración del orden posterior a la disolución de la Unión Soviética.

La economía política de Trump supone una política nacionalista y por lo tanto, en última instancia, una movilización de masas. Al asunto de la vigencia del fascismo se añade el de la polarización política, que en general es precursora de los fenómenos fascistas. La cuestión migratoria o la racial no puede sustituir, para la gestación de un fenómeno fascista, a la polarización entre capital y trabajo. El aumento de las privaciones y la miseria de las masas tampoco es lo mismo que la polarización política - para ello aquella miseria debe convertirse en lucha de clases. En Estados Unidos ha avanzado en forma implacable la represión en todas sus formas y la militarización de la policía. Trump representa una reacción defensiva del aparato de represión, incluida la justicia, ante la elección de autoridades municipales progresistas, migrantes o negras, y ante la movilización creciente de estos sectores. Esta pelea fundamental ha ocupado parte de la campaña electoral, que se manifestó en los choques entre miitantes del campo de los ‘indignados’ y los guardias del magnate. El fenomenal ascenso de Bernie Sanders prefigura una tendencia a la polarización política, pero para que ésta domine el escenario será necesaria la intervención en la lucha de la clase obrera norteamericana en todos sus componentes.

Las primarias han dejado al desnudo la desintegración de los partidos capitalistas históricos de EEUU. La crisis del partido republicano podría ser terminal e incluso plantea una crisis de régimen político del país. Trump representa la victoria de una camarilla y de un caudillo - de un candidato al bonapartismo. Esto plantea un derrocamiento del ‘establishment’ del partido y, más allá, una confrontación de la base parlamentaria de este partido con Trump en el caso de una victoria republicana. Una contradicción, en suma, entre un ejecutivo con tendencias bonapartistas, por un lado, y un parlamento (incluidos los representantes demócratas) que sigue representando al conjunto de la burguesía norteamericana. Una victoria de Hillary Clinton alteraría este escenario en términos de grado. Estados Unidos podería ingresar en un sistema de cuatro partidos, como ocurre en la actualidad en España. Esta situación convertiría al parlamentarismo norteamericano en un campo de disputas diseminado.

No debería sorprender que USA encare la crisis a lo búfalo.

Jorge Altamira 24 05 2016 Partido Obrero Argentina

lunes, 23 de mayo de 2016

UNETE DA UN PASO A LA DERECHA


UNETE DA UN PASO A LA DERECHA

El muy esperado Consejo Nacional de UNETE se realizó entre el 17 y el 19 de mayo de los corrientes. Según los estatutos de la central sindical la segunda instancia de decisión por debajo del Congreso Nacional, y obviamente, no cumpliendo los requisitos para ello.

Con una representatividad bastante espuria manifestada en unos 40 delegados, donde ni la Comisión Electoral estuvo presente, los convocados por Marcela Máspero aprovecharon sus condiciones de cayapa para imponer los deseos de su líder en “ser la voz de los trabajadores” para salir del gobierno colocándose al servicio de los planteamientos que en ese sentido expresan la derecha y más en concreto la MUD.

Cualquier viso de independencia política de la UNETE frente a las posiciones burguesas del chavismo o de la MUD, fueron echadas por la borda para expresarle apoyo a una Marcela Máspero que se presentó inicialmente para renunciar a su “representatividad” en la central sindical y luego cambiarla a “unos días de permiso”, todo en aras de propiciar el “cambio que el país necesita” pues se debate entre “el hambre y la pérdida de la salud” ante la escasez de alimentos y medicinas.

Para la nueva UNETE la crisis del país no es la del capital que refleja, cada vez más, su tendencia a la caída en la tasa de ganancia y por tanto se afinca en la clase trabajadora para extraerles más plusvalía desconociendo, con el apoyo del gobierno “socialista” bolivariano, contrataciones colectivas, tercerizando y despidiendo y suspendiendo trabajadores, sino un mero quiebre del “rentismo” por las políticas “erróneas” y “equivocadas” del gobierno de Maduro que, para ellos que caracterizan política y económicamente la crisis, es un problema ético y autoritario ante la corrupción imperante y la presencia militar en cada instancia ejecutiva del gobierno y de las empresas del Estado, casi un calco de lo que plantea la MUD para promover sus ansias de poder. El capital y sus manifestaciones de dominación y crisis, bien gracias.

Que para tal caracterización política hayan recurrido Marcela Máspero y su séquito a PROVEA, de la mano del abogado laboralista Humberto Decarli, conocido articulista de El Libertario, expresión mediática del anarquismo político en el país y mampara de la ONG que ve con simpatía los avances políticos de la MUD y que alienta sus expresiones guarimberas como “anti autoritarismo”, no resulta extraño, y como reza el dicho que los mochos se juntan para rascarse, ahora El Libertario-PROVEA es la expresión política de una central sindical que se reclamaba clasista, autónoma e independiente para postrarse a los salvadores de “la patria” y el país: la derecha y la MUD, porque lo importante en atacar es el Estado, pero como les resulta imposible derrumbarlo, entonces dirigen sus esfuerzos hacia el Gobierno por su papel autoritario, corrupto y explotador en la creencia que otro gobierno, que en lo absoluto es el de los trabajadores, no lo será por sus mejores planteamientos “democráticos” y “éticos”, aunque con lo de explotador no tengan forma ni manera de evitar tragarse el sapo.

El documento presentado por Decarli, que el Consejo Nacional de UNETE termina avalando en abierta contradicción con el otro también presentado por Ricardo Galindez de El Topo Obrero y opuesto al primero por el vértice, en ninguna parte hace alusión al papel explotador del empresario privado, todo lo contrario, lo minimiza, porque en el mismo, el equivalente explotador del Estado, a instancias del nuevo ideólogo de Marcela Máspero, es inmensamente superior. Brillan por su ausencia, obviamente, las consignas relativas a elevar, en cantidad y calidad, el depreciado valor del salario o la acción directa de la clase obrera en el monopolio del comercio exterior o de la estatización y centralización de la banca; pedirles que renieguen del pago de la deuda externa e interna habría sido como mucho con demasiado. Al anarquismo político que le resulta inviable la destrucción del Estado que reclaman enfrentar, por aquello que toda organización conlleva en su seno alguna forma de autoritarismo, lo que le queda es condenar al gobierno por mampuesto ya que, a según, enfrentando a éste resolverían su eterna contradicción, con el único inconveniente que en lo absoluto le plantean para ello a la clase obrera independencia política sino sometimiento a los que asumen hoy mayoritariamente esa bandera: la derecha y la extrema derecha representada en la MUD, una manifestación exacerbada del autoritarismo.

El Consejo Nacional de UNETE aprobó la mar de las contradicciones ante las intervenciones realizadas. Su objetivo no fue, como quisieron hacerlo ver Marcela Máspero y sus seguidores, para relanzar la UNETE sino para conferirle a ella que de aquí en adelante pueda hablar en su nombre ajustándose a los planteos de la MUD. Ni las quejas de sus propios seguidores, en que las posiciones de la UNETE revisten más importancia que las posiciones que pudiera asumir individualmente sus voceros, fue considerada y la cayapa lo impuso. Bajo ese criterio veremos de aquí en adelante a Marcela Máspero como vocero de UNETE pidiéndole a los trabajadores apoyar el referendo que convoca la MUD, reclamar una cesta ticket para los jubilados como la propuesta por aquella en la AN a cambio de exigir un salario mínimo igual a la cesta básica familiar, o refrendar la propiedad de las viviendas entregadas por la GMVV con su traslado a la banca hipotecaria privada del país.

Hoy más que nunca están al día los planteamientos jamás publicados por la dirección de UNETE en septiembre de 2014. Documento hecho público en el Consejo Nacional para dar visos de democratismo. Hoy más que nunca el movimiento obrero debe asumir la independencia política perdida con la cooptación chavista para aceptar la de la MUD, y ser la referencia anticapitalista que puede intervenir en la crisis del capital por una salida propia de los trabajadores haciéndoles pagar la crisis a los que la causaron: los capitalistas.

Los que defendimos la independencia política de la UNETE en el seno del írrito Consejo Nacional debemos de aquí en adelante trabajar unidos para desmontar todas y cada una de las intervenciones que Marcela Máspero asuma en nombre de la UNETE plegada a apoyar las de la derecha. Y ese trabajo en equipo debe llevarse inclusive con los que no asistieron, previendo lo que pasaría sin estar de acuerdo en ello, por temor a desbaratar la UNETE si asistían. La UNETE no ha cambiado un ápice luego de esta reunión, está en los que defendemos su autonomía, independencia política y el clasismo, volverla a su cauce original para plantearnos el gobierno de los trabajadores y con ello el socialismo

Roberto Yépez
Opción Obrera



sábado, 21 de mayo de 2016

Los trabajadores de ventiladores FM se mantienen firmes en su lucha


Los trabajadores de Fundimeca (ventiladores FM) se mantienen firmes en su lucha

Trabajador:
La lucha de las mujeres de FM y de los compañeros de FM es también tu lucha


Tras 40 días de huelga los trabajadores siguen reclamando lo que les corresponde un salario que compense sus necesidades más apremiantes ante las condiciones de subida de precios de todos los productos básicos.

La huelga es una lucha de resistencia, el patrón tiene a su favor un grueso colchón para soportar el cierre de la empresa sin embargo pierde más, los trabajadores pierden su salario pero Jaramillo deja de meterse una bola de plata, pierde millones diariamente

Los trabajadores tienen su dignidad el patrón tiene su avaricia y además tiene su agente dentro del gobierno que le ayuda y lo protege

Por eso es necesario la solidaridad de clase, la colaboración material dinero, comida, compañía, varios son los sindicatos y trabajadores que se manifiestan y colaboran pero no es suficiente, tampoco se necesita de discursos antiimperialistas con fotos y poses para la prensa.

Los trabajadores se mantienen firmes en su lucha, se elaboran volantes, se difunde la lucha, se da el ejemplo, porque a todos los trabajadores de Carabobo tienen o van para semejante situación. Solo una huelga general les pondría un freno a los abusos de los patronos en toda la región.

La luchas de los trabajadores de ventiladores FM, la gran mayoría mujeres requiere hoy de tu ayuda, pero mañana serán muchos más los que deberán ir a la lucha por un salario y no por una miseria

Solidaridad con los trabajadores de Idesa-Fundimeca

Viva la huelga





lunes, 16 de mayo de 2016

LA LEY 'ANTI-DESPIDOS' Y LA TREGUA SINDICAL


LA LEY 'ANTI-DESPIDOS' Y LA TREGUA SINDICAL

El despido laboral es el punto más alto del antagonismo entre el capital y el trabajo, porque priva al obrero de la posibilidad de conseguir los medios de vida. El despido descarga sobre la fuerza de trabajo las dificultades que enfrenta el proceso de acumulación capitalista o su interrupción lisa y llana. En tanto que en el periodo de ascenso del capitalismo, la desocupación laboral adoptaba un carácter más o menos cíclico, en la etapa de la madurez y de la decadencia se manifiesta una tendencia hacia el desempleo crónico. En los países de desarrollo menor, el capital es incapaz de absorber la población expulsada por la crisis agraria o la disolución de las formas pre-capitalistas. El 'pleno empleo' es incompatible con la explotación capitalista y por eso es una fantasía querer establecerlo por medio de la legislación.

Legislación y lucha de clases

En los países avanzados se estableció, en especial a partir de la última guerra mundial, un seguro universal al parado, como consecuencia de las presiones ejercidas por las revoluciones de ese periodo, así como por el margen que ofrecieron las ganancias extraordinarias que suscito la reconstrucción económica. Con el agotamiento de estas condiciones aparecieron los parados de larga duración, carentes de cobertura, y el seguro empezó a sufrir restricciones en casi todos esos países. En el curso de la presente crisis, la desocupación ha alcanzado niveles de cerca del 30% de la población activa en lugares como Grecia o España, y llegó a un pico del 12/15% en Estados Unidos. En el mundo desarrollado supera el 10% - en muchos casos disimulado por el número menor de personas que buscan empleo, la proliferación del trabajo parcial o la inscripción en cursos de reinserción laboral. En Argentina, los millones que se encuentran en planes sociales son registrados como población ocupada

Los despidos masivos solamente pueden enfrentarse por medio de la lucha de clases; una legislación prohibitiva seria contradictoria con el funcionamiento del capitalismo y el derecho de propiedad. No existe en estos casos el remedo parlamentario. Viene a cuento lo ocurrido con los Talleres Nacionales, una forma de planes de trabajo – la gran reivindicación del movimiento obrero de la época - que fueron disueltos la contrarrevolución triunfante en Francia, en 1848. La desocupación masiva fue superada luego por el ascenso de la economía mundial a partir de 1850.

Marx escribió páginas memorables acerca de la ilusión de plantear una "Republica social", garante del derecho al trabajo, sobre la base del capitalismo.

El combate a los despidos por medio de la lucha de clases, o sea con un carácter general y con métodos de acción directa plantea, sin embargo, en último término, una cuestión más estratégica - que no es otra que el poder de decisión sobre la economía y la producción, o sea el poder político. El parlamentarismo no solamente es incapaz de asegurar el derecho al trabajo - su función histórica es impedir que se manifieste esa lucha de clases (y sus consecuencias políticas), para lo cual recurre a una legislación engañosa. La legislación pretende en este caso disuadir la acción directa y el parlamento sustituir la función histórica defensiva de los sindicatos. Una legislación progresista ocurre cuando consagra una conquista popular ya obtenida por la vía de los hechos, no cuando la intención es reemplazar la posibilidad de esas victorias arrancadas por medio de la organización y la movilización, por subterfugios legales, que todavía deberán pasar, además, por la criba de la reglamentación del Poder Ejecutivo y el visto bueno del Poder Judicial en todas y cada una de sus interminables instancias. En la crisis de 2001/2, los trabajadores ocuparon las empresas para frenar despidos y vaciamientos e incluso las pusieron a funcionar, con el apoyo de enormes movilizaciones del movimiento piquetero. Los desocupados organizados salieron en defensa de los obreros despedidos, neutralizando la competencia entre el empleado y el desempleado. Recién después de la victoria esas luchas fueron convalidadas por una batería de expropiaciones legales, sin reparar incluso que violentaban la Constitución Nacional, aunque de todos modos con limitaciones colosales para la acción ulterior de esas empresas cooperativas. La doble indemnización establecida por el gobierno de Duhalde procuró neutralizar esta tendencia de los trabajadores y respaldar en esa indemnización la represión contra las fábricas ocupadas. Cualquier posición realmente socialista debe partir de esta caracterización.

‘Anti-despidos’ y Tregua

En el debate en curso en el Congreso, en Argentina, sobre la llamada “emergencia ocupacional”, ninguno de los bloques patronales disputa el derecho de la patronal a despedir; simplemente abre una mediación judicial. El macrismo y Cambiemos rechazan cualquier limitación a ese derecho, aunque Macri acabó reuniendo a las grandes patronales para que admitan una 'autorregulación' temporal. La opción a la "reintegración laboral" que establecen los proyectos de la 'oposición' patronal solo pueden valer, en la práctica para casos individuales; Héctor Recalde ya dejó en claro que las patronales podrían evocar la ley de “procedimientos preventivos de crisis” para esas ‘emergencias’, cuyas cláusulas, lejos de defender los derechos de los trabajadores, admiten suspensiones y reducciones de salarios. Ninguno de los proyectos patronales se refiere al tema de las suspensiones, que afectan a un número igual o incluso mayor de trabajadores que las cesantías (Peugeot, por ejemplo, está suspendiendo tres días a la semana). Bajo el gobierno 'nacional y popular', los despidos fueron 'combatidos' a fuerza de suspensiones y Repros: el pago por el Estado (los contribuyentes, en su mayoría trabajadores) de los salarios del personal suspendido. En el caso de los despidos en Lear (y muchísimos otros), la patronal desacató las resoluciones judiciales de reincorporación, con la complicidad del ministerio de Trabajo.

Lo fundamental, sin embargo, es la función política de esta legislación 'opositora': evitar que se produzca una lucha de clases contra los despidos y las suspensiones, y relevar a la burocracia de la tarea de movilizar a los sindicatos. La llamada oposición busca desviar hacia 'la política' una tendencia o la eventualidad de una reacción popular contra rodrigazo en curso, como la que tuvo lugar en 1975. El escollo que enfrenta el macrismo para acompañar esta maniobra, con cuya finalidad coincide en un cien por ciento, es que llegó al gobierno para hacer valer la completa discrecionalidad para el capital: un recule significaría su amortización política fulminante.

A la finalidad frenadora de esta legislación ‘trucha’, hay que añadir las dilaciones del parlamentarismo y su función de bloqueo político, que sirven para alargar el tiempo de tregua de la burocracia sindical. El dictamen de comisión de Diputados, que establecía una "emergencia ocupacional de casi dos años, quedó desplazado por un proyecto diferente, que se apresuró a votar el Senado, que redujo el periodo a 180 días. Este sustituto desvalorizado fue producido por el FpV (no por el massismo o el macrismo), al que se subieron en el acto los cristinistas de las dos Cámaras. Pero aquí intervino una segunda modificación y una mayor dilatación del trámite, porque Masa y la burocracia sindical (los Moyano), que primero habían apoyado un dictamen de 'emergencia' de año y medio, rechazaban ahora este de 180 días, con el argumento de que había que incorporarle subsidios a las patronales Pymes para que no despidan - o sea una invitación a que lo hagan para reclamar la subvención. El proyecto 'antidespidos' comienza a convertirse en uno de subsidios a las patronales - que pagan los trabajadores con impuestos. “Hecha la ley, hecha la trampa,”

Parlamentarismo

La incapacidad de la legislación para dar una salida a los despidos se potencia con la incapacidad del parlamentarismo para tratar a tiempo los problemas que urgen al pueblo y con su tendencia a distorsionar y a adulterar cualquier proyecto que incorpore alguna medida popular. Una lucha parlamentaria socialista arranca con la advertencia acerca de los límites del parlamentarismo; con la denuncia de todos los bloques parlamentarios patronales sin excepción; y con una campaña para que los trabajadores tomen sus reivindicaciones y objetivos en sus propias manos. Arranca con la denuncia de partida de la burocracia sindical, que se vale de un proyecto de ley como taparrabos de la paralización de los sindicatos frente a los despidos y la inflación. Las ilusiones en el parlamentarismo o en algunos aspectos de él, deben ser apoyadas solamente cuando tienen un carácter progresista para las grandes masas, y no cuando son presentadas como tales por la burocracia sindical o los partidos democratizantes. En el caso presente, los trabajadores no han manifestado ninguna clase de expectativa en el Congreso; sostener lo contrario es adulterar la realidad. La acción parlamentaria socialista debe servir al desarrollo de una experiencia necesaria para poner en la agenda de la clase obrera el gobierno de los trabajadores.

La burocracia sindical no solamente está entregando la lucha contra los despidos y las suspensiones, para lo cual se vale del distraccionismo parlamentario, sino también lo está haciendo con la lucha contra el 'ajuste' de los salarios. No son luchas diferentes cuando se trata de alcanzar objetivos comunes a todos los trabajadores. Aquí también la burocracia paraliza la lucha de los sindicatos, mientras, repetimos, pretexta defender el empleo en el Congreso. Con una inflación de precios que ya es del 40% anual, se han firmado convenios por debajo del 30% de aumento, disimulado por el cobro en cuotas. La tregua de la burocracia sindical tiene un carácter estratégico; no en vano votó por el pago a los fondos buitres. El acto del 29 de abril de esta burocracia pasado tuvo un carácter de aparato, no importa el elevado número de personas que fue llevado al evento, como ocurre con los paros aislados. El acto fue utilizado para encubrir el pago a los fondos buitres y la tregua sindical al 'ajuste'. Lo mismo que ha ocurrido con la ley 'antidespidos'. Finalmente, bajo la presión del macrismo y de las grandes patronales, la burocracia sindical boicoteó la sesión especial del 12 de mayo, ¡con el planteo de convertir el proyecto de ‘emergencia ocupacional’ en una ley de subsidios a las patronales!

Campaña

En oposición a los despidos y a la inflación los socialistas revindican el reparto de las horas de trabajo (sin afectar el salario corriente) y el ajuste inmediato de los salarios. Que la crisis la paguen los capitalistas. El ‘ajuste’ va a abarcar una prolongada etapa de crisis económica y de crisis política. No es, de modo alguno, un acto único. Por eso es necesario que el movimiento obrero (y el clasismo primero, como es obvio) presente un plan económico y político alternativo. Una campaña sistemática sobre estos ejes contribuiría enormemente, no ya a enfrentar el ‘ajuste’ y trabajar por su derrota, sino a desarrollar la conciencia política y la organización de la clase obrera – que es, en definitiva, lo más importante.

Jorge Altamira


viernes, 6 de mayo de 2016

VENEZUELA: DE RÉGIMEN PLEBISCITARIO A RÉGIMEN DE FACTO


VENEZUELA: DE RÉGIMEN PLEBISCITARIO A RÉGIMEN DE FACTO


Hasta poco después de la muerte de Hugo Chávez, el régimen político de Venezuela se jactaba del apoyo mayoritario que recibía de la población a través de numerosas convocatorias electorales. Conformaba de ese modo un sistema bonapartista clásico, casi una copia del modelo original que se desplegó en Europa hace unos doscientos años. La base social de ese bonapartismo estaba constituida por una inmensa masa pobre que vivía en los intersticios del sistema económico rentista del país, y de una gran parte del proletariado de la industria. Cuando en 2008 perdió un referendo acerca de la reforma de la Constitución por una diferencia realmente mínima, el chavismo hizo cuestión de respetar escrupulosamente el resultado, por la razón fundamental de que contrariarlo habría significado socavar el principio mismo de su régimen político. La contracara del chavismo plebiscitario era la oposición minoritaria, que el oficialismo bautizó por eso como “escuálida”.

De facto

El contraste con la situación presente no podría ser más abismal. El chavismo perdió en forma aplastante las últimas elecciones parlamentarias y desde entonces no ha hecho más que violentar la autonomía de la asamblea nacional a fuerza de decretos y de decisiones del Poder Judicial. El gobierno plebiscitario ha dejado de existir y sobrevive solamente por el apoyo del estado mayor de las fuerzas armadas. La semana pasada, la Corte de Justicia comenzó a intervenir en el reglamento de la Asamblea Nacional, que ha sido privada, en el camino, de la posibilidad de interpelar y objetar ministros e incluso de intervenir en la designación del presidente del Banco Central. Mediante procesos judiciales capciosos, el dúo Maduro-Cabello ha neutralizado a la nueva asamblea, esto con el apoyo militar. Mientras en Brasil, una mayoría parlamentaria abandona el apoyo a su propio gobierno para armar un juicio político a la Presidenta en una clara conspiración con los grandes bancos y la gran industria, en Venezuela también se desarrolla un golpe de estado, pero en este caso del Poder Ejecutivo y su camarilla contra el parlamento dominado por una mayoría que fue elegida por representar la oposición política (de derecha) al régimen instalado y ratificado durante quince años por medio de procedimientos refrendarios.

El pasaje del bonapartismo plebiscitario al bonapartismo de facto marca la disolución indetenible de la etapa política bolivariana. En los últimos días se ha acentuado la acción de la diplomacia internacional y del Vaticano por estructurar una salida consensuada del régimen chavista. Resurge entonces el tema del golpismo, en este caso el ‘auto-golpe’, desde el campo militar chavista para armar un gobierno de transición con la oposición ‘macrista’ tradicional. Es lo que informa el corresponsal de La Nación (4.5), con nombre y apellido. El plan económico de este golpe común de chavistas y escuálidos, fue formulado varias veces por el dueño de la mayor empresa de Venezuela, Polar, quien aseguró que el capital internacional estaba dispuesto a cooperar en un plan de rescate financiero, incluida una reestructuración de la deuda externa. El cacareo acerca del retorno definitivo y completo de la democracia en América Latina, debería dar cuenta de la serie de golpes de estado que inauguró el derrocamiento del hondureño Zelaya y que ahora se apodera de Brasil y Venezuela, luego de su paso por Guatemala y Paraguay. (Un párrafo aparte merece el golpe de estado inminente de Obama en Puerto Rico, que pasaría En Venezuela, sin embargo, un auto golpe de la camarilla actual está condenado al fracaso - solamente aceleraría el pasaje del gobierno de facto al gobierno de transición. Esta evidencias concluyentes de la crisis de dominación burguesa en América Latina augura la inevitabilidad del surgimiento de situaciones pre-revolucionarias con alcance condicionado a la calidad de la estrategia política de la izquierda socialista.

Experiencia agotadísima

El pasaje de un régimen político a otro expresa, sin duda, el completo colapso de la economía de Venezuela, cuyo carácter rentístico-minero se acentuó a lo largo de la etapa chavista. En oposición a un programa de industrialización comandada por el Estado, el chavismo volcó una parte significativa de la renta petrolera en el desarrollo de programas sociales cuya envergadura es proporcional a la incapacidad de mantener esos programas a lo largo del tiempo sobre la base de la estructura económica vigente. Otra gran parte se desvió hacia el latrocinio oficial, disfrazado en la necesidad de desarrollar una ‘boliburguesía’ - a la Lázaro Báez, Cristóbal López, Electroingenieria o Pampa Energía, asociada al capital chino o ruso. La asociación con el capital extranjero para explotar la cuenca del Orinoco no produjo resultados significativos como consecuencia del rechazo de los monopolios internacionales (incluidos los chinos y los rusos) a cooperar con una explotación comandada por la empresa estatal. Se posicionaron en la cuenca para anotar las reservas de hidrocarburos en las Bolsas donde cotizan sus acciones y para ser beneficiarias de un eventual giro privatizador - casi un calco de lo que ha ocurrido en Brasil.

La economía chavista sucumbió mucho antes de la caída de los precios del petróleo, a medida que las elevadas cotizaciones de la década pasada se trasladaron progresivamente a las refinadoras, las empresas de servicios tecnológicos y los bancos. El derrumbe del precio internacional sólo le dio el tiro de gracia: Pdvsa tiene una deuda impagable de alrededor de u$s50 mil millones, mientras las reservas del Banco Central apenas superan los u$s10 mil millones. Un ‘defol’ podría tener lugar con un vencimiento en octubre próximos. Agotados los recursos financieros excepcionales, Venezuela se ve hoy incapacitada para mantener el flujo de importaciones del que depende el conjunto de su economía. El desabastecimiento ha está demoliendo la vida social. El oficialismo cifra su última esperanza en que un rebote del precio internacional del petróleo le abra una posibilidad de volver al endeudamiento internacional - una quimera. Una crisis adicional, aunque de envergadura, acosa al programa de viviendas, con un creciente reclamo de escrituración, que funcionaría como la apertura de un enorme mercado inmobiliario. Pero con el hundimiento del chavismo, a los adjudicatarios ya no les alcanza la protección oficial, incluso han empezado a enfrentarla abiertamente. El “plan arraigo” se convierte así en su contrario: en el reclamo de una ‘plan’ de privatización que la derecha apoya con gran entusiasmo.

Crisis y oportunidades

La oposición logró hace pocos días una victoria importante al reunir casi dos millones de firmas para promover un referendo revocatorio del mandato de Maduro. Aunque el oficialismo reconoció el procedimiento, que la prensa internacional atribuye a la presión de varios países y del Papa, se dice que dilataría el proceso hasta enero, cuando la revocatoria podría destituir a Maduro pero sin convocar a nuevas elecciones, o sea transfiriendo el mando al vice, que para esa fecha podría ser Diosdado Cabello, el jefe de la camarilla militar que no se avendría a aceptar la salida de un gobierno de transición. Venezuela se encuentra en la fase final de una ruptura política.

Los cinco meses de macrismo, en Argentina, demuestran que las transiciones de los llamados gobiernos ‘populistas’ a la derecha financiera se caracterizan por una acentuación de las contradicciones económicas, una agudización de la lucha de clases y una tendencia a la crisis política. Sólo para quienes el ‘populismo’ es la única alternativa popular, esta transición es caracterizada como una ‘derrota’, y no como una oportunidad política obrera y socialista. Es desde este estadio más elevado de la crisis de dominación como debe abordarse la nueva etapa. Un referendo revocatorio bajo la presidencia de Maduro es inviable; solamente queda el autogolpe y la disolución de la asamblea nacional o el golpe de transición. La clase obrera de Venezuela necesita una política de la izquierda a partir de este escenario. La crisis deberá atravesar numerosas etapas y nuevos desafíos para la izquierda. La oportunidad de un congreso obrero y de la izquierda para plantear una salida de conjunto y un plan de lucha frente a la catástrofe económica está a la vista. En oposición al gobierno y a los autogolpes y golpes pactados, reclamemos una asamblea constituyente libre y soberana convocada por un gobierno de trabajadores. Es un planteo para reunir las fuerzas de clase y de la izquierda, y por esa vía desarrollar una alternativa obrera y socialista a la crisis.

Jorge Altamira Partido Obrero Argentina